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martes, 24 de marzo de 2015

Todo fue una mentira criminal: La CIA desclasifica el documento que “justificó” la invasión de Irak

Todo fue una mentira criminal: La CIA desclasifica el documento que “justificó” la invasión de Irak
Estados Unidos ha desclasificado el informe de la CIA en el que se amparó el Gobierno estadounidense para justificar la invasión de Irak en 2003. Se trata de un documento de 93 páginas cuyos datos o bien eran erróneos, o bien acabaron distorsionados por la Administración Bush para conseguir el respaldo del Congreso, ya que en ningún momento confirma que Irak contara con armas de destrucción masiva y expresa serias dudas sobre la relación entre la red terrorista Al Qaeda y el fallecido dirigente iraquí, Sadam Husein.
La Inteligencia estadounidense indicó que, si bien era muy posible que el régimen iraquí estuviera desarrollando programas de armamento nucleares, químicos y biológicos contraviniendo las sanciones de Naciones Unidas, "no se han podido detectar porciones de estos programas".

"Irak todavía no tiene capacidad para crear un arma nuclear, pero podría contar con ella para 2007 o 2009", según el documento, con fecha de 2002, y que no puede determinar si Sadam sería capaz de... emplear esa clase de armamento, implicarse en actos terroristas en suelo estadounidense o, movido por la desesperación, compartir material químico o nuclear con Al Qaeda (pg. 9).

El documento en cuestión es una Estimación de Inteligencia Nacional, de 96 páginas, que pretende dar una valoración general del nivel de peligrosidad que representaba Irak tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.

El informe fue divulgado por vez primera en 2004, pero estaba tan censurado que se hacía imposible extraer nada en claro. Esta nueva versión, emitida a petición del bloguero especializado en seguridad John Greenewald, descubre porciones adicionales sobre el supuesto programa de armas nucleares de Husein.
El documento tampoco confirma, en contra de lo que aseguraron los mandatarios estadounidenses, que Irak estuviera reconstruyendo su programa de armas biológicas. "Somos incapaces de determinar si (en Irak) han vuelto a comenzar con las investigaciones sobre esta clase de agentes", indica el documento.
El informe, recogido por el magacín Vice, no se atreve a concluir que Sadam Husein fuera cómplice de Al Qaeda. "Cualquier información en este sentido es de segunda mano", zanja el documento, "no solo en términos generales, sino en la posibilidad de que (Sadam) esté entrenando a operativos o proporcionando material".
"No conocemos hasta qué punto Bagdad es partícipe activa del uso de su territorio por parte de Al Qaeda para refugiarse", añade. Por contra, el entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, proclamó que los servicios de Inteligencia contaban con "evidencias a prueba de balas" de la relación entre Husein y la red terrorista, "así como de la presencia de miembros de Al Qaeda en Irak".
Sobre la supuesta cooperación de Husein con el régimen talibán y Al Qaeda en Afganistán El documento señala que uno de las principales "fuentes" de los servicios de Inteligencia, Ibn Shaij Al Libi, declaró en su momento que "Irak nunca envió sustancias químicas, biológicas o nucleares a Al Qaeda" en el país centroasiático. Al Libi se suicidó en Libia en 2009, en extrañas circunstancias, solo un mes después de reunirse con investigadores sobre Derechos Humanos.

Cuando Bush ignoró la carta de Wojtyla contra la guerra en Irak

Por Gerard O'connell

El 5 de marzo de 2003, Juan Pablo II envió al cardenal italiano Pio Laghi para que se encontrara con George W. Bush y para que le pidiera que no invadiera Irak, pero el líder de Estados Unidos rechazó la petición, diciendo que estaba «convencido» de que era «la voluntad de Dios».

Una fuente muy cercana a los hechos de la época, pero que prefiere permanecer anónima por el puesto en el que trabaja, me ha contado lo que sucedió y la entrevista que sostuvo con el cardenal italiano en privado.

Recordó que el Papa polaco definió la invasión militar como una «aventura», advirtiendo que la guerra tendría graves consecuencias para ambos países y para el mundo entero. Dijo que el Papa escogió a Laghi para llevar a cabo esta misión tan delicada porque era amigo de Bush y lo habría escuchado.

Un día antes del encuentro con el presidente Bush, el cardenal tuvo que ver a los funcionarios del Departamento de Estado de los Estados Unidos, porque el presidente quería saber de qué se iba a tratar el encuentro con el cardenal. Laghi fue interrogado por la entonces Consejero para la Seguridad Nacional, Condoleeza Rice; según la fuente, hablaron «con mucha claridad y franqueza».

Durante el encuentro del día siguiente, cuando el cardenal fue recibido por el presidente, estuvieron presentes Condoleeza Rice, otros miembros del Consejo de Seguridad Nacional, el General Peter Pace, el vicepresidente del Estado Mayor, Jim Nicholson, el embajador estadounidense en la Santa Sede y el arzobispo Gabriel Montalvo, nuncio pontificio.

Cuando llegó el cardenal, según la fuente, entregó la carta del Papa Juan Pablo II al presidente, «quien la puso inmediatamente encima de una mesita sin abrirla o leerla».

Después, el presidente se puso a hablar a favor de la guerra. Le dijo al cardenal mensajero que él, el presidente, estaba convencido de que era «la voluntad de Dios», y trató de convencer al invitado pontificio de que la guerra era la cosa más acertada.

«Después de algunos minutos de lo que el cardenal definió como “sermón”», la fuente afirmó que Laghi interrumpió al presidente Bush para decirle: «Señor presidente, vine aquí para hablar con usted y para entregarle un mensaje del Santo Padre; quisiera que usted me escuchara».

El cardenal Laghi le dijo a Bush que sucederían tres cosas si los Estados Unidos invadía Irak, declaró la fuente. Primera: el conflicto causará muchas víctimas y heridos en ambas partes. Segunda: se producirá una guerra civil. Tercera: Estados Unidos podrían comenzar la guerra, pero tendrán mucha dificultad para salir de ella.

Le dijo al presidente que con la paz no se pierde nada, pero que con la guerra se crearía un enorme desorden, especialmente en el mundo árabe.

También le dijo al presidente Bush que «la cuestión más importante» en Medio Oriente es el conflicto entre los palestinos y los israelíes. Debe encontrar una solución si queremos la paz, declaró la fuente.

Al final del encuentro, que duró cuarenta minutos, el presidente le dijo a Laghi: «No estamos de acuerdo sobre Irak, pero estamos de acuerdo sobre otras cuestiones importantes para la Iglesia Católica y el Santo Padre».

Según la fuente, el cardenal respondió: «Sí, los valores a favor de la vida y de la familia son muy importantes, porque se basan en los principios de la ley natural, en los derechos humanos y en el Evangelio. Pero, Señor presidente, yo vine aquí para pedirle que no haga la guerra, porque es otro valor que se basa en los mismos principios».

El cardenal Laghi se dio cuenta de que el presidente ya estaba decidido, afirmó la fuente. Y lo confirmó inmediatamente el General Pace, cuando acompañó al cardenal a su automóvil. Se despidió de él y, cuando le dio la mano, le dijo: «Su Eminencia, no tenga miedo. Lo haremos rápidamente y de la mejor forma posible».

En ese momento, «Laghi supo que había fracasado en su misión, pero también se dio cuenta de que el gobierno de Bush no estaba al tanto de las consecuencias de la guerra», afirmó la fuente.

Recordó que los periodistas estaban esperando al cardenal fuera de la Casa Blanca para entrevistarlo, pero los funcionarios no lo permitieron. La reunión con los periodistas tuvo que desarrollarse deprisa y en cualquier otro lugar, alejado de la Casa Blanca.

Al día siguiente, el 14 de marzo, cuando se supo que la Administración había impedido que los medios de comunicación entrevistaran al cardenal, alguien del Departamento de Estado llamó a Laghi (que estaba en la Nunciatura de Washington) y le pidió que aclarara que no le habían prohibido hacer declaraciones con los periodistas en la Casa Blanca. Pero el cardenal Laghi respondió: «Son ustedes quienes tienen que dar aclaraciones, porque fueron ustedes quienes tomaron la decisión».

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